jueves, 11 de marzo de 2010

Mi cabeza tambaleando al son de los pies y las ondas longitudinales (o transversales)...

Mortífera era la palabra que resumía el trasnochar de aquella comarca que miro tan lejos pero que es mi propia casa. La miro entre el polvo, los destellos y el atronar de millones de caballos (aunque quedan muy chicos y muy pollos), mejor dicho millares de potros... de esas salvajes y sensuales siluetas que no se dejan domar por nadie.
Por un momento los fantasmas que invadían nuestros temores trastocaron la conciencia colectiva, pero esos fantasmas muertos estaban y no lograron ni peñiscarnos. Eran más bien los tan mencionados engendros vivos, nuevamente los humanos (ni siquiera las bestias) que asechaban a los humanos, cual lobo de sí mismo se buscaba en una intensa, interminable, interesante y todos los inter que se me ocurran como en un inter de milán caza.
Engendros que por la nocturna deambulaban y no paraban hasta saciar su sed. El poder, alimentado de un sustrato instintivo y uno amoral o mejor dicho moral, porque de estar permitido lo está ante los ojos de todos. La única diferencia es que en esta oportunidad el llamado caos se acentúaba en cada segundo, en cada minuto, en cada hora y día, pero por sobre todas las cosas la noche abrigaba a este creciente caos, lo siento, acabo de equivocarme, ahora lo recuerdo todo bien: eran los medios de comunicación que acentúaban con tilde grave la situasión de descontrol. El aparato burocrático no era efectivo en ninguna de sus aristas.
De pronto la madre tierra volvió a ser nuestra madre, nos dio un par de palmaditas diciendo que no dominamos lo que queremos dominar y que somos parte de... somos sus hijos desobedientes que construyen con paja o madera
Sigo: los medios me mostraron lo "descontrolados" que somos. Mentira. Viví más allá de la proyección que me facilitaba la televisión. Vi a lo que tendía el humano como un mamífero más de la escala alimenticia, claro un mamífero más que sólo sabe escribir y construir-destruir con un poco de pensar y creatividad.
Aunque no lo creas, parece que tú y yo tendemos a la unidad, a buscarnos y descontrolarnos juntos, a estar en conjunto. No me quería ver sólo, ni nadie de los que vi se querían ver solos, se buscaban y se amaban, se buscaban y se organizaban, se buscaban y se ayudaban, fraternizaban... Eso sí, hay que tener cuidado mi queridao interlocutora, pues en la matrix, la gran ciudad que busca mantenarse a flote absorviendo todo lo que esté en su paso y controlando a todo aquel sujeto "entusiasta" que habite en ella, nos ha enseñado por largos años de nuestra vida, o sea, toda la vida a temerle a quien está a nuestro lado. Y ¿sabes qué es lo peor? que yo me compro el cuento y hasta tú.
Pero esa fantástica noche, en esa en la cual hasta el infierno estaba encantador me obligaron a aferrarme hasta las raíces más inesperadas por mí. NO había seguridad, sólo hipersensibilidad visual, los ruidos, los olores se borraron, nunk existieron/ tal vez lo único agradable por recordar puede ser el tacto, sentía un hermoso placer, por eso estaba tan encantador.
Una maravilla entre las maravillas, pero igualmente no pasó absolutamente nada en realidad. Sólo me quebranté con esa bebé con cara de señora vieja y con sus sollozos profundos de dolor no paraban de torturarme, entonces comencé a preguntarme qué era lo que pasaba conmigo. Un frenesí espeluznante se apoderó de mí y mi pecho se llenó de congoja, al fin y al cabo ¿qué tan humano soy, he sido o puedo llegar a ser? si ella también lo era. De repente me pongo a pensar que puede hasta haber sido alguien muy especial, tan pero tan especial que no merecía hablarnos porque nosotrxs no éramos dignos de ella, que no merecía rebajarse tanto y conocernos, porque al parecer jamás comió del fruto prohibido y, por lo menos en esta vida, se encuentra más allá del bien y del mal. No utiliza el verbo, lo que sí me daría un terror inmenso es saber que no siente nada/ aunque quizás era tan superior a nuestro entendimiento que no vale la pena especular en banalidades...